Alexandro Malaspina a Paolo Greppi    [1]

Lima, 23 agosto 1790

         A su tiempo, pero las tres en un mismo correo, llegaron aquí a mi poder las cuatro cartas tuyas: dos de 22 de diciembre, una de 27 de enero y otra de 2 de febrero. Puedes imaginar cuanto las he agradecido, no sólo por lo que contienen en sí, como porque su repetición y su misma dilatación no me dejan duda que me tienes presente aún entre el ruido y las serias ocupaciones que te rodean a cada paso. Las he leido todas a nuestro amabilísimo virrey [2] ,  el cual conserva el mismo carácter que le conociste y explaya ahora en el luminoso empleo en que se halla todas las máximas de un filósofo, hombre de bien. Te saluda encarecidamente y por sus manos tal vez dirigiré ésta, si me pareciese que vaya más segura que por la casa de Cádiz. Tengo a todos tan atareados, y yo mismo lo estoy a tal punto, que me es imposible escribir por duplicado.

         Ya la mayor parte de los objetos que nos detenían aquí se han llevado a su término y nos disponemos con la mayor celeridad a continuar, de suerte que, dentro de un año, podamos considerar concluida por nuestra parte toda la América. Me es enfadoso el ablar de mí mismo, pero te interesas tanto en ello, y por otra parte devo yo tener tanto empeño en merecer tu aprecio y manifestarte este empeño, que merecerá disculpa el que de mí mismo oygas una recopilación de todo lo echo.

         La exactitud de nuestras cartas, que cojen ya toda la costa desde Buenos Aires por las Maluinas y el Cavo de Hornos hasta Lima, fija sobre puntos tan evidentes que espero la admita la nación con aquella satisfacción natural de ver mucho más francas sus navegaciones, más útiles sus costas y evidentemente más segura su defensa. La obra que remito aora es la siguiente. Se divide en cuatro livros, y éstos en seis partes. El 1° livro coje la parte del viaje desde la salida de Cádiz hasta la de Montevideo; el 2° desde la salida de Montevideo hasta la de Chiloé, comprendidos el Puerto Deseado en la costa patagónica y el Puerto Egmont en las Islas Maluinas; el 3° desde Chiloé a Coquimbo inclusas las Islas de Juan Fernández y el 4° desde Coquimbo a Lima, inclusas las islas desiertas de San Félix. Las sies partes de cada livro son las siguientes: navegación; 2° occurrencias en los puertos; 3° datos para la construcción de la carta; 4° derrotero del trozo de la costa comprendido; 5° descripción física del suelo, productos y abitantes; 6° memoria política correspondiente a los dominios adyacentes a la misma costa. Acompaña a esta parte el atlas marítimo de las cartas y planos de los puertos, para que la navegación logre imediatamente de las mayores ventajas. Se han anotado las vistas para las recaladas de los puntos esenciales. El tiempo no nos permite poner en limpio una parte considerable de otros materiales, pero van allá los borradores para que no se echen a menos. Las observaciones astronómicas, la descripción de todos los istrumentos, nuestro método de usarlos, los resultados de los relojes marinos; finalmente todas las variaciones de estas máquinas, comparadas al termómetro, para noticia de sus autores, forman otro agregado interesante a esta parte, en la cual es increible la felicidad con que se dan la mano la astronomía y nuestras operaciones gráficas.

         Una grande colleción de minerales examinados sobre el sitio, muchas aves y cuadrúpedos disecados. El erbario del botánico Neé compuesto de cerca de dos mil plantas; y el de don Tadeo Haenke de unas cuatro mil, la mayor parte andinas o de la cordillera; examinada ésta en Chile y aquí, son obras por sí solas de mucho mérito a las quales añade nuevo resalte la parte litológica examinada prolijamente por Pineda. El pintor botánico remite pintadas todas las que merecen la atención más prolija [3] . El otro pintor, hábil pero muy flojo [4] , remite los retratos de hombre y mujer patagonas y de un cacique y su hijo Huiliche, todos con la mayor propriedad, un cuadro grande de una sesión nuestra con todos los Patagones, varias aves y cuadrúpedos pintados del tamaño natural y algunas vistas de perspectiva de los puntos más interesantes. Todo lo que va descrito hasta aquí es obra de 9 meses; en otros 3 se ha puesto en limpio, no omitiendo a el mismo tiempo los precisos reparos en las corbetas, el acopio de víveres para dos años y las excursiones físicas que Haenke ha llevado hasta el Guánuco, que desemboca en el Marañón [5] . No creía yo mismo que las memorias políticas me llevasen a las consecuencias que he encontrado después; y que se dirigen a provar evidentemente que nuestra América puede acrecentar el erario, aumentando su fuerza, a medida que aminúen los gastos de su defensa. Me he atrevido a determinar el número de abitantes del continente meridional desde los 36° hasta el Cavo de Hornos; he analizado sus costumbres, origen, disposiciones acía nos otros, fuerzas en caso de adoptar otros intereses y modo de precaverlas. Insensiblemente he visto que las provincias del Río de la Plata y del Chile pudieran con el menor influjo del gobierno prosperar a semejanza de las colonias inglesas, acrecentando su población con su agricultura y cambiando, para la aquisición de las demás sobrantes necesidades, los sobrantes de sus cosechas, las unas con Habana y España, las otras con el Perú. Éste al contrario es un país puramente de minas y le trastorna irremediablemente cualquiera intente torcerle a la agricultura o a la navegación, las quales suponen vivir cómodo, estaciones arregladas y población crecida. No es tan fácil como yo lo creía que un invasor pueda ofendernos, antes bien, creo que los escarmientos muy luego le desengañarían. Desembarcará, encontrará agua y leña, pero no podrá penetrar por mil razones: y en este caso seguramente no se reemborsarán los gastos de una expedición espuesta a mil riesgos. Enfín lo que debe realmente complacerme es que mis conjecturas, traídas sobre el examen de la costa, convienen en un todo con las de este virrey, que vienen de Europa, sobre el examen del reyno de Santa Fé. Es imposibile, Greppi mío, que te pueda detallar por estenso las combinaciones que me han resultado y las ideas claras que dimanan de allí sobre la opulencia y el poderío nacional. Entreveo que en las grandes monarquías más bien se trastorna, que se equilibra, la armonía de la naturaleza; y que, a pesar de lo que ha procurado ahogar sus clamores un  ábito torcido desde tantos años, se le oye no obstante gritar a que no la opriman y miren sólo para coadyuvarla, quales son las sendas de su camino directo. Los paises de minas son áridos y despoblados; los de agricultura carecen por lo común de minas, pero abundan de gente. El agua abunda para éstos; es por lo común escasa para aquéllos. Las costumbres se inclinan en unos a los vicios, en la otra banda a la virtud; enfín todo convence que existe una armonía, particularmente entre los paises imediatos, y que la España deve considerarla para fijar su sistema de comercio y de opulencia. Nuestras pescas de la costa patagónica me han llevado, como era natural, a detallar el sistema sobre el qual han de sistemarse. La economía y la seguridad han sido los primeros objetos; el cruzero de los buques del rey en uno y otro mar han sido los imediatos. Ultimamente he detallado la libertad que hará prosperar la navegación y particularmente la misma pesca. Si he llegado a demostrar que nuestro sistema de América está errado, y que admite reformas apoyadas sobre principios ciertos, creo haber echo un servicio considerable, tanto más que ni le enbuelvo en materias arduas, ni de él pende mi bien estar venidero.

         Tengo a la verdad la cabeza algo échauffée sobre estas materias, que tendrás reservadas a todos los que tengan alguna relación con el govierno, para que jamás dexen correr esta fatal desconfinanza sobre estranjeros, como si el hombre de bien no fuese uno mismo en todas partes y en todas naciones.

         No te ablaré mucho sobre Franceses y Flamencos, ni sobre las consecuencias de la muerte de Josef II. En los primeros, leidos aquí los papeles periódicos, descubro en el día un excesivo amor a la perfección; entretanto, sobre la idea de una perfecta república de Platón, la nobleza y el clero se están sacrificando al bas peuple; una nación hasta aquí militar será en lo venidero agricultora, y la costitución pacífica la llevará a el semblante de la Olanda, en la qual a la libertad se siguió la opulencia y a la opulencia la falta de energuía, de suerte que un stathouder [6] ha echo lo que ha querido.  Pues ¿por dónde se imagina la Francia que no sea igual su suerte, quando un grande ecceso en el número, una eccessiva estensión de dominios, que produce una grande oposición de intereses, ultimamente la conservación de la familia reynante, todo conspira a acelerar esta decadencia? No hay aquí una guerra civil que haya o destruido o cansado todos los militares. Trescientos mil hombres a lo menos, que no tenían otro oficio que ser los ministros o de la fuerza, o de la administración, o de las debilidades del monarca ¿se bolverán luego luego labradores? Otro millón a lo menos, cuya educación se dirigió a la misma carrera con esperanzas tal vez de sobresalir en ella, ¿a caso pudieran perder en un momento todos sus ábitos? Quien oiga esos legisladores creerá ver otros tantos Licurgos, cuyas costumbres incorruptas les aseguren de no olvidar un momento el bien público. Pero aún no ha salido de París una mujer y seguramente no las mantiene en el día ni la profusión de los empleados por el monarca ni la brillantez del comercio. ¿Porqué no se ha movido aún que una ciudad tan populosa y tan estragada como París, es por sí sola opuesta al buen orden y a la tranquilidad pública? ¿Porqué es ya la elocuencia de Mirabeau la que mueve a su alvedrío los mil y dociento vocales? Caracterízame enhorabuena de demente, di que deliro en proporción de la distancia, pero déxame vivir persuadido que el carácter nacional y el número eccessivo de esta confederación harán que dentro de muy poco tiempo el monarca vaya recobrando la autoridad, bien que usando sus ministros de mayor pudor, y de una ley más costante acía una nación sensible.

         Todos estos reparos militan a el contrario a favor de los Flamencos y así creo su confederación más sólida y duradera. En estas dos revoluciones todos los Flamencos ganan, la mitad de los Franceses pierde.

         Enfín si esta carta te coje a la chimenea del amabilísimo Carmichael [7] y os hace reir a los dos y aumentar un par de horas de conversación sobre los paradoxas de un marín bárbare.

         Vamos ya a la suerte venidera de nosostros descubridores. Yo saldré de aquí acía el quince o veinte de setiembre, travajaré toda la costa por Guayaquil, Realejo, Panamá, Acapulco hasta San Blas, de modo no obstante que acía fines de fevrero esté en San Blas, de donde emprenderemos la campaña a el N., que durará hasta octubre aun  en el caso de no encontrar cosa alguna; de allí por las Islas de Sandwich, Marianas y Carolinas pasaremos a Cantón y Manila; con lo qual se concluirán nuestras ideas esenciales, quedándonos luego el tocar en la Nueva Olanda y Nueva Zelanda y tal vez en las Islas de la Sociedad para emprender ultimamente derrota acía Europa. Por cuanto me considere feliz nunca ésto podrá tener lugar sino por el año de 93.

         Tendrás pues una completa colección de semillas y entretanto te embio una de minerales del Chile y del Perú, varios barros de los Peruleros, algunas armas y utensilios Wiliches y algunos Bezoares y una piel de guanaco qual la preparan los mismos Patagones. Por México tendrás otra remesa y otra desde Cantón o Manila, quedándome la última para entregarla en mano propia. No dudes de mi disposición a acompañarte, sobre, cuanto se me pueda poner por medio, a menos que no se atravesase una compañera de las muy pocas que nacieron para hacerme feliz mandándome a la baqueta. Deseo la encomienda [8] a mi disposición para que el hambre no me precipite ni a confundir el amor con el interés, ni a continuar en el servicio más allá de lo que pide mi sistema. En esa crisis filosófica, que no se dilatará de dos a tres años, a mi regreso clamarán mis gentes, clamarán mis amigos, tú sólo conocerás mi interior y lo disculparás. Te doy pues mil y mil gracias por la eficacia con que has procedido en este asunto, y te suplico a que dirijas mi hermano para que opere consecuente a la protección que veo me ha concedido el bailío.

         Aún no he podido liquidar mis cuentas con el rey y por consiguiente chancelar las nuestras entre las quales veo la de Trotti de livras 384, importe de la caxa de livros. Como tengo a mi cargo todos los gastos del armamento, que acienden ya a 70 mil pesos, y la celeridad no me permite proceder con aquella pausa que piden por lo común las cuentas, he debido proceder con prudencia para que jamás se me pudiese acusar de malversación. Esta maldita mesa me obliga a mil gastos superfluos; pues, como les hago travajar mucho y a todas horas, es preciso que no se escasee la comida. He querido incluirte dos cartas de una misma fecha pero enteramente contradictorias, desde Potosí, sobre los nuevos métodos del barón de Nordenflicht [9] . No estrañarás después de ésto que allá nunca se sepa la verdad. También va un papelito, que, analizando la composición del pucherito de flores, te dará una idea de estas costumbres [10] , a las quales agregaré que aora aora un franciscano prior ha robado una muchacha de un convento; que una p.... ha presentado a el virrey un memorial quejándose de un fraile que le havía robado 200 pesos y, sobre todo, que la havía plantado. Voy a ver si puedo incluirte el índice de lo que va y sobre todo de los minerales.

         Mucho me alegro de los progresos de mi tocayo [11] y del fin merecido de tu antagonista [12] . Para lo que pueda servirte, ten presente que la mina de azogue de Huancavélica [13] no medrará mucho, que no hay que sacar partido de la de Punitaqui, que hemos reconocido cerca de Coquimbo, finalmente que el beneficio de las minas ha de aumentar sin que el sistema de Born logre ahorrar considerable cantidad de azogue [14] .

         Nuestro Rossi [15] , cuya conducta y aplicación han sido verdareramente loables, está a el momento de conseguir un buen empleo; he visto que le hiziste recomendar al virrey. Yo mismo no le he descuidado. Espero que antes de salir logre la satisfacción de ser atendido. Le he insinuado, y lo hará desde luego, que te escriva una memoria sobre el mineral de Pasco, en cuya contaduría estuvo comisionado. Encontrarás noticias y detales sumamente interesantes.

         Nada me dices de la R... [16] ; es señal que te deja quieto: quiera Dios que continue así. Te incluyo carta para Buchetti y para mi hermano. Adiós Adiós. No olvides que será tu amigo inviolable.

 

P.S.  Este clima ha provado muy mal a Bustamante, quien pero se halla mejor y te saluda encarecidamente.

         Entrambos hacemos continua memoria de nuestras amigas. Recibe también memorias de Viana. Galiano no ha podido pagar aún por sus atrasos anteriores. Adiós. Nada hemos estrañado ni Bustamante ni yo de lo que nos dices de Mendoza [17] .

         Las respuestas a México y cartas a Filipinas con los Ingleses de 1791 y al principio y los nuestros de noviembre y diciembre del mismo año.

         Efectivamente necesitaré un pintor y a este fin tendrás presente para hablar a Valdés todo lo actuado relativamente a Martini y Ravenet [18] . Mi hermano me recomienda mucho el segundo por su entusiasmo y robustez. Efectivamente son méritos singulares. De qualquier modo preséntate a Valdés, a quien escribo y le propongo que nos alcanze en Acapulco en octubre del año próximo, teniendo así tiempo sobrante para el viaje que será cómodo. Respondí a el conde de Hageneck y a Granieri [19] . sobre sus recomendaciones por el excelente Haenke. Pineda bueno y con un carácter digno de un filósofo. [Siento] que no pueda copiarte lo que escrivo a mi hermano sobre mi carácter y sistema venidero, pues me abla de familia etcétera. Conocerás que procuraré siempre de merecer el concepto que de mí has formado y que la esperanza de acompañarte un día ha multiplicado a el infinito mi filosofía.


 

[1] Originale in ASMi / Greppi (cart. 187, n. 61); Caselli, pp. 155-164;Viaje, pp. 553-557;  Manfredi 1999, pp. 225-235. Parzialmente in: Expedición , pp. 21-22; Spedizione, pp. 80-81.  [Criteri di edizione]

[2] Francisco Gil de Taboada y Lemus (1737-1810) fu viceré del Perù dal 1790 al 1796.

[3] José Guio, oltre che pittore botanico, era anche buon disseccatore. Malaspina era soddisfatto di come eseguiva i lavori affidatigli, tuttavia, sapendo disegnare soltanto piante, il Comandante si risolverà a sbarcarlo ad Acapulco. In seguito Guio parteciperà alla Comisión de Guantánamo, comandata dal conte di Mompox; v. C. Sotos Serrano, op. cit., vol. I, pp. 77-83.

[4] José del Pozo, a causa della sua scarsa operosità, verrà sbarcato a Lima. Nel Museo Naval di Madrid si conservano i due ritratti qui citati, del cacicco Catiguala e di suo figlio .

[5] Guánuco è chiamata la parte superiore del fiume Huallaga; il Marañón a sua volta confluisce nel Rio delle Amazzoni.

[6] Corruzione della parola olandese stadhoulder (luogotenente). Il primo statolder fu Guglielmo I di Orande-Nassau, nominato da Filippo II e rimasto in carica anche dopo il distacco dei Paesi Bassi dalla Spagna.

[7] William Carmichael era l'incaricato d'affari degli Stati Uniti d'America in Spagna.

[8] Malaspina aveva da tempo avviato una pratica per vedersi riconosciuta una commenda dell'Ordine di Malta. Per anni seguì la cosa e pregò vari amici di occuparsene, ma non ottenne alcun risultato. Egli desiderava la commenda non certo per ostentare un ulteriore titolo, ma in quanto la commenda implicava la corresponsione di una pensione, la quale gli avrebbe garantito un decente livello di vita senza dover abbassarsi - come scriverà - ad entrare «en el número de los cortesanos».

[9] Fürchtegott Leberecht Nordenflicht (1738-1815) aveva ricevuto incarico dal vicerè del Perù di studiare la situazione delle miniere di quel paese e di introdurre nuove tecnologie  - già applicate in Sassonia - atte a migliorarne la produtttività. A capo di una spedizione mineralogica, composta prevalentemente da tedeschi, Nordenflicht partì per l'America nel 1789 e, dopo una sosta a Potosí, giunse a Lima nel gennaio 1791. I lavori della commissione non produssero risultati concreti a causa degli ostacoli frapposti da funzionari della colonia, i quali vedevano minacciati i propri interessi dalle migliorie proposte dal Tedesco; v. E. Núñez, Viajes y viajeros extranjeros por el Perú, Lima, 1989, pp. 132-135. Malaspina si diffonderà su queste esperienze nella sua memoria Ideas generales de las minas del Perú (ms. in AMNM).

[10] Il papelito doveva contenere una copia della descrizione del puchero de flores che, l'anno seguente, sarebbe stata pubblicata dal Mercurio Peruano. Malaspina sicuramente la ebbe da Giuseppe Rossi Rubí (v. qui, nota 15). Il puchero de flores (pentolino di fiori), era una composizione floreale, particolarmente apprezzata dalle dame, che si vendeva a Lima  nella piazza della cattedrale; v. «Carta escrita a la Sociedad y respuesta de ella», Mercurio Peruano, III (1791), pp. 46-48.

[11] Sicuramente Malaspina allude al figlio di Greppi e di Rita María Díaz y Vivas, che si chiamava Alessandro (1782-1830). Ma non è detto che Paolo abbia imposto quel nome al figlio come riflesso dell'affetto per l'amico Malaspina: in effetti si chiamava Alessandro anche un fratello di Paolo, che fu missionario. Annotiamo qui una cosa assai curiosa: forse a causa del tipo di matrimonio (morganatico) contratto dal Greppi, il giovane Alessandro non portava il cognome del padre, ma si faceva chiamare Schulze; e così firmava anche le lettere dirette al proprio padre - al quale si rivolgeva chiamandolo "carissimo amico" (v. p. es. sua lettera da Parigi, del 14 fruttidoro 1798, ASMi / Greppi, cart. 233, alla quale è acclusa anche una pagella scolastica). L'uso di tale pseudonimo comporterà anche un "incidente" internazionale del quale il giovinetto sarà vittima: entrato in Francia con lo pseudonimo, le autorità francesi rifiuteranno di lasciarlo andare in Italia. Paolo Greppi chiederà perciò un certificato di battesimo a Cadice, che in un primo tempo non verrà accettato, non essendo stato autenticato da tre escribanos. In seguito Jacobo Gahn e Juan Piña, amici di Greppi, si offriranno di spedire a Parigi una loro dichiarazione autenticata certificante che lo Schulze vivente a Parigi era la stessa persona - chiamata Alessandro - che Paolo Greppi reclamava; v. lettere di Piña e di Gahn a Greppi, rispettivamente del 14 e 17 marzo 1795, ASMi / Greppi, cart. 213.

[12] Intende il commerciante sivigliano Joaquín José Rubin de Coelis (o Celis). Greppi da tempo stava trattando per ottenere un rinnovo per sei anni della concessione di esportare in America mercurio, o argento vivo, estratto da miniere slovene. In tali trattative era ostacolato dal de Coelis, il quale non esitava ad utilizzare i più disonesti mezzi (p. es. sottrazione e falsificazione di corrispondenza) per porre in cattiva luce, sia a Madrid che a Vienna, la Casa Greppi. Ma nella seconda metà del 1789 il de Coelis fu espulso dalla Spagna; v. G. Liva, «L'Archivio Greppi e l'attività della filiale di Paolo Greppi a Cadice nella corrispondenza commerciale (1769-1799)», Archivio Storico Lombardo, CXXI (1995), Milano, Cisalpino, 1996, pp. 466 e sgg; J. B. Ruiz Rivera, El Consulado de Cádiz: Matrícula de comerciantes 1730-1823,  Cádiz, Diputación de Cádiz, 1988, p. 201.

[13] Provincia del Perú, assai ricca di minerali, che si stende a sud-est di Lima.

[14] v. nota precedente; v. anche G. Liva, «Le "aziende Greppi" in Europa: Amburgo ed Amsterdam», Archivio Storico Lombardo, CXXII (1996), Milano, Cisalpino, 1997, pp. 189-239; v. p. 230.

[15] Allude sicuramente al milanese Giuseppe Rossi Rubí, studioso di mineralogia e colto pubblicista. Sul Rossi - che fu tra i principali animatori della rivista Mercurio peruano - v. G. BonfiglioDizionario storico-biografico degli italiani in Perù, Bologna, Il Mulino, 1998, sub voce. Tra i collaboratori del Mercurio Peruano si annoverava Hipólito Unanue, che fu tra i primi a trattare, su tale rivista, della Spedizione Malaspina: v. H. Unanue, «Elogio histórico del señor don Antonio Pineda y Ramírez», Mercurio Peruano, IV (1793), pp. 20-29. La rivista, già due anni prima, aveva dato notizia dei lavori naturalistici della Spedizione Malaspina in Perù: v. «Introducción a la descripción científica de las plantas del Perú», Mercurio Peruano, II (1792), pp. 68-86.

[16] Come interpretare quest'abbreviazione? Alcuni anni dopo, già rinchiuso nel castello di San Antón, Malaspina scriverà  «il R... la R... e tutta la famiglia», con trasparente allusione ai regnanti. Dobbiamo pensare che Maria Luisa di Borbone corteggiasse Paolo Greppi? Per l'Italiano - che dal 1787 viveva a Madrid - ciò non sarebbe che un precedente: più tardi, trasferitosi in Francia, si disse infatti che fosse divenuto amante di Giuseppina Beauharnais... ; v. E. Greppi, «La famiglia del conte Antonio Greppi nell'Ottocento», Archivio Storico Lombardo, CXXII (1996), pp. 353-397; v. p. 370.

[17] L'ufficiale astronomo della Real Armada José de Mendoza y Ríos (1762-1816) aveva avuto l'incarico di viaggiare in vari paesi d'Europa acquistando libri e strumenti per la biblioteca dell'osservatorio astronomico di Cadice. Rimase poi in Inghilterra, ove terminò i suoi giorni suicida. Fu un personaggio enigmatico e forse ebbe dissapori nell'ambito della Marina. Le espressioni di Malaspina su Mendoza paiono piuttosto ambigue; si è tentato di darne una spiegazione rammentando la parte avuta da Mendoza nel trasmettere al geografo francese Philippe Buache la relazione del preteso viaggio di Lorenzo Ferrer Maldonado; v. I. Luzzana Caraci - D. Manfredi, «Alessandro Malaspina, Philippe Buache e la questione dello Stretto di Maldonado», Atti del Convegno «Alessandro Malaspina nella cultura del suo tempo», Memorie della Accademia Lunigianese di Scienze Giovanni Capellini, Classe di Scienze Storiche e Morali, LIX (1989), pp. 149-158.

[18] Già si è accennato alla volontà di Malaspina di disporre di artisti italiani. Biagio Martini non accetterà e, in suo luogo, verrà arruolato, assieme a Ravenet, Fernando Brambilla.

[19] Ambedue erano ambasciatori a Madrid: il conte di Kageneck per l'Austria ed il conte Granieri per il Regno di Sardegna, Quest'ultimo aveva raccomandato caldamente il naturalista Haenke al ministro della Marina.

 

Text courtesy of the Centro di Studi Malaspiniani, Mulazzo, Italy; notes by Dario Manfredi.

 

Updated: June 5, 2018