Un apunte de Fabio Ala Ponzone sobre el traslado a La Habana de los supuestos restos de Colón

Dario Manfredi


     Hace ya algunos años tratamos en esta misma revista sobre ese joven italiano que sirvió oficial en la Real Armada española, Fabio Ala Ponzone, acompañando a Alejandro Malaspina en la gran expedición científica de los años 1789 a 1794.  En ese artículo se pueden encontrar noticias biográficas sobre este personaje que acá no vamos a repetir.

     Cabe añadir que, al regreso del gran viaje, Malaspina incluyó a Fabio en el limitado número de oficiales destinados a seguirlo a la corte para colaborar en la organización de los materiales traídos y en la redacción de las relaciones geográficas y políticas.

     Como es sabido, a consecuencia de sus intentos de inducir a Carlos IV a alejar del gobierno a Manuel Godoy y a cambiar de política, Malaspina fue detenido el 24 de noviembre de 1795 y casi de inmediato sus colaboradores recibieron la orden de entregar todos los documentos sobre la expedición y dirigirse a diversos destinos.

     A esta suerte no pudo sustraerse Fabio Ala Ponzone, quien, entregado sus documentos, regreso a Cádiz en diciembre de ese mismo año.

     En el puerto andaluz el oficial se embarcó en la fragata Juno, que el 12 de marzo de 1796 zarpó con rumbo a Santo Domingo.

    Desde esa fecha hasta 1800, Fabio Ala Ponzone participó en varias campañas en el Seno Mexicano. Desembarcado de la Juno, navegó por períodos más o menos breves con el navío Asia y con la fragata Nuestra Señora de la O. Con seguridad eran breves viajes de rutina, pese a lo cual el oficial sacó el mayor provecho posible (debido a su experiencia al lado de Malaspina). En efecto, se había acostumbrado a tomar apuntes sobre todos los acontecimientos históricos y sobre las condiciones socioeconómicas de los lugares visitados; de estas observaciones no quedaban excluidos los aspectos de carácter arqueológico y costumbrista.
Hacia 1802, Fabio fue transferido a Campeche y se encontró embarcado en el bergantín Alerta, que se hallaba empeñado en una campaña hidrográfica al mando de Ciriaco Cevallos (otro oficial que había participado en la Expedición Malaspina) .

    En los años siguientes recibió encargos más sedentarios, tanto en Campeche como en Veracruz. Fue probablemente en ese periodo cuando emprendió la compilación de un manuscrito cuyo interés hoy solo podemos evaluar parcialmente, puesto que nos ha llegado mutilado: un Diccionario Geográfico de América .

    El oficial regresará a Europa sólo en 1815. Poco después, tras obtener una licencia para visitar a sus familiares, se traslada a Milán, falleciendo repentinamente en la ciudad lombarda la noche del 3 de marzo de 1817.

    El curioso documento que aquí vamos a presentar se encuentra entre los papeles traídos de España por Fabio y que ahora se guardan en los archivos del Centro di Studi Malaspiniani “Alessandro Malaspina” (Mulazzo, Massa-Carrara) . Probablemente Fabio pensaba incluirlo en el diccionario ya mencionado. Este es el texto:

Hablando de la muerte de Colón debe ponerse en nota que se pasaron sus cenizas a la capital de Santo Domingo, en la catedral, de donde a fines del año de 95, con motivo de la entrega de esa isla a los franceses, pasaron a La Havana, embarcándose en el río y en el bergantín de guerra El Descubridor, mandado por el Teniente de Navío Don Pedro Pantoja. Las cenizas se pusieron en una caja de plomo y su retrato, tributándoles los onores debidos a su fama y mérito, con buen acompañamiento al embarcarse y con repetidas salvas por una parte de la marina y por los fuertes de tierra. Iguales honores se le hicieron en La Caldera cuando pasaron al navío San Lorenzo, mandado por el Capitán de Navío Don Tomás Ugarte, el cual las llevó a La Havana, donde no fueron menos escasas las salvas que le hicieron a su desembarco y al acompañamiento que tuvo que pasar a la catedral, donde permanecen actualmente.
    Hasta aquí Fabio. Hoy la mayoría de los historiadores creen que esos restos, trasladados tan solemnemente a La Habana no eran de Cristóbal Colón , sino de su hijo Diego . Y seguro que si hubiera tenido alguna sospecha, Fabio no habría perdido su tiempo en transcribir la noticia con todos estos detalles.

    Por otro lado, hay que señalar que existen serias dudas de que el capitán de navío Tomás Ugarte haya participado en estos hechos, pues normalmente se refiere que fue Gabriel de Aristizábal . Sea como sea, esta hoja de Fabio ha sido un pretexto para tratar otra vez sobre este oficial, quien probablemente tuvo más méritos de los que se piensa.
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Published in: Derroteros de la Mar del Sur 7 (1999), a Journal co-edited by Thalasa- Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, el Centro Malaspina, and the Centro Francés de Historia Marítima Iberoamricana.  Reproduced here by kind permission of the author and editors; text courtesy of Jorge Ortiz Sotelo.

 

Updated: June 13, 2018